7/8/11

María, la mejor compañía de los mártires.

María está presente con los mártires en el prolongado susurro del santo rosario que ellos llevan como un canto armonioso de oración a Cristo, en el regazo de su madre. En los momentos de dificultad, les lleva a dar testimonio de fe al vivir a plenitud el sí que dieron como respuesta al llamado que Dios les hizo, para convidar e ir en pos del Padre.
Al conmemorar el aniversario de profesión, es María quien  les invita a tomar la palma martirial para acompañarla en su asunción al Cielo, acción que permite al momento de morir gritar: “Viva Cristo Rey”, “Adiós amada congregación”. ¡Y cómo no decir “amada”! si nos congregamos en el corazón Inmaculado de María y, en su silencio, llegamos como Jesús a dar la vida con amor, a reconocer la voluntad de Dios.
 Como diría el beato Faustino Pérez: “Morimos perdonando a los que nos quitan la vida y ofreciéndola por la ordenación cristiana del mundo obrero”

Los mártires de Barbastro fueron los que llenaron de orgullo a la Iglesia e inspiraron al Papa Juan Pablo II exclamar: “Es todo un seminario el que afronto con generosidad y valentía su ofrenda martirial al Señor”, de manos de María que en el momento crucial estuvo presente: Ella les enseñó a ser discípulos de Jesús y apóstoles de su Reino. De ella aprendieron a hacer lo que Él les decía.

Wilmer Aguilar Bone
Formando Claretiano.

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