24/7/11

Porqué Claretiano…

Porqué Claretiano…
[Alusión desde la alegoría y espiritualidad de la Fragua]


Porque me gusta su forma de ser, porque van de misión, porque trabajan con jóvenes, porque atienden a los pobres y necesitados… Muchas son aquellas motivaciones que pretenden animar al “nuevo prospecto”, pero todas fueron sometidas al calor intenso de una fragua para purificarse y reconstruirse en el caminar, golpe tras golpe, en el forjarse, en el dejarse moldear por las manos del herrero.

La encrucijada que nos invita a tomar conciencia de lo que somos, de nuestra situación, también nos manda a sumergimos en un proceso de continua transformación, misma que será el sueño de sabernos trabajados por manos de herrero, que nos animará día tras día en busca de alcanzar la “forma” con la que Dios sueña para nosotros, porque somos eso, un sueño amoroso del que destila Amor.  Ante esa transformación, habrá que tomar decisiones que permitan una superación en vista del reconocimiento de la huella de Dios plasmada en toda Realidad.  Al final todo está en escuchar la voz que clama en el desierto y, consecuentemente, como acto pleno de libertad y convicción, desinstalarse y reconocer que no hay autosuficiencia en la creencia y esperanza del Dios que siempre está a punto de llegar.  Hay que desprenderse de uno mismo para emprender la búsqueda de la donación sincera y amorosa: ágape.

Ese movimiento de cambio antes mencionado no podrá consentir un avanzar sin antes someterse al fuego de la fragua, al amor de Dios; porque es la experiencia con Dios Padre, mediada por María como en las bodas, que calentará el hierro en bruto e informe del Aspirante que desea se le sea dada una “forma”.  La experiencia con Dios, es experiencia con Jesús, con el Reino.  Someterse a ese fuego que quema, purifica, cauteriza y prepara lo imperfecto para la forma, es también la invitación a reconocer y reconocerse como Palabra dicha por Dios, como aquel ser que hallará el sentido de su existir al encontrar la respuesta a la pregunta sobre sí mismo: Dios creador que nos hace partícipes de la creación en tanto que nos sabemos con el don de la Palabra, como siervos y ovejas atentas a la voz de su Pastor.  Dios es el verbo de la Historia de Salvación.  Dios es amor que invita a fraguarse en el fuego del Amor hecho eco en la voz de la comunidad.

El herrero con el metal presto a la forma, comienza el proceso lento, pero seguro, del sueño de Dios, de lo anhelado por Dios para con nosotros.  Es un proceso de configuración con Cristo.  Es una entrañable relación entre el fuego y el martillo.  Es una aspiración que clama por una encarnación en el corazón de quien es Fuego y Amor, es un proclamar como el apóstol: ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí.  La caridad es la llama del misionero, pero ésta no como un vano asistencialismo, sino como un hacernos lengua de fuego en la cortina indeleble del que ardió y sigue ardiendo en caridad: Jesús, y Claret en Él.  El amor es fuego, es convicción, es un estilo de vida que se recibe y acepta como don y se convierte en tarea y arte del misionero.  La caridad [el amor] de Cristo nos urge, y eso es lo que enciende en el interior la llamarada que aclara la vista y prepara los pies y manos del Configurado.

La transformación terminada no se reconoce como un estancamiento, sino como saeta presta a ser lanzada, aun cuando esto simbolice desgaste, temor, alegría, cansancio… Es el Espíritu de Jesús que, una vez terminado el proceso de forjamiento, apunta y lanza la saeta, es Él, y no nosotros, quien impulsa el lanzamiento, es Él quien nos motiva a no perdernos en el hacer los cosas “por obligación”, sino en reconocernos como evangelizadores que escuchan y siembran, mas no recogen frutos.  El Espíritu del Señor no se queda en vanas manifestaciones desterradas de la acción del misionero, mas bien le abre las puertas de la libertad y la creatividad para ser consecuente con la llamada de amor recibida: válganse de todos los medios.  Es el Espíritu quien capacita hacia una creación continua; es Él quien emerge en medio de una cultura de muerte y nos presenta la utopía del Reino como posible cuando otras desaparecen; es Él quien actúa en la Iglesia hermanándonos a pesar de nuestra diversidad.  Es el Espíritu del Amor.

¿Por qué ser Claretiano?  Porque es un modo de ser hombre, cristiano, religioso, humano.  Porque son una familia inspirada por el Espíritu Santo, hace dos siglos, a San Antonio María Claret.  Porque arde en ellos el fuego de la Caridad que les abre las puertas a toda experiencia humana, a toda experiencia de Dios.  Porque son fieles servidores y oyentes de la Palabra: anunciándola, guardándola y meditándola en sus corazones  para hacerla vida en el camino de la búsqueda de la mayor gloria de Dios.  Porque se hacen uno con todos.  Porque se hacen Pan en la Eucaristía.  Porque son Hijos de la seducida por el Reino de Dios, María Santísima.  Porque son amor en el Amor.  Porque son Claretianos y yo en ellos, y ellos conmigo.


Un Hijo del Inmaculado Corazón de María
es un hombre que arde en caridad
y que abrasa por donde pasa.
Que desea eficazmente
y procura por todos los medios
encender a todos los hombres en el fuego del divino amor.
Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos;
abraza los sacrificios; se complace en las calumnias;
se alegra en los tormentos y dolores que sufre
y se gloría en la cruz de Jesucristo.
No piensa sino cómo seguirá e imitará a Cristo en orar,
en trabajar, en sufrir,
en procurar siempre y únicamente
la mayor gloria de Dios
y la salvación de los hombres.


Emir
22/Julio/2011

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por esta bella reflexión sobre nuestra espiritualidad misionera desde la alegoría de la fragua.
    Un saludo fraterno,
    Gonzalo Fernández, CMF

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  2. Te felicito, el inicio de tu escrito me atrapó... excelente mensaje, claro, sencillo y reflexivo... te deseo éxito en tus metas. Adelante siempre!!

    Rachel Cruz. (La compa) :)

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